Atención

Picture2En cada instante nuestro cerebro está siendo bombardeado con información, tanto desde el exterior cómo por inputs internos. Sólo los ojos trasladan más de cien mil millones de señales por segundo al cerebro. Los oídos reciben otra enorme avalancha de sonidos. También se procesan fragmentos del pensamiento, consciente e inconsciente, que circulan de una neurona a otra. Mucha de esta información es aleatoria y poco relevante. Sin embargo, para que podamos funcionar, gran cantidad de estos datos resultan ignorados, aunque no todos son desechados.
¿Cómo nuestro cerebro selecciona la información relevante? ¿Cómo decidimos prestar atención a lo que nos resulta útil e ignorar aquello insustancial? ¿Cómo nos convertimos en conscientes de ciertos estímulos, o más aún, profundamente conscientes de ellos? Tanto en neuroeconomia como en neuromarketing, un aspecto que interesa cada vez más es el análisis de la atención y de la distracción.
Durante décadas, tanto filósofos como científicos han debatido el proceso por el cuál prestamos atención a las cosas, basándose en modelos cognitivos de la mente. Pero, bajo el enfoque neurocientífico moderno la “mente” no es algo inmaterial y esencia exótica separada del organismo humano. Las cuestiones de la mente ahora son estudiadas por la física celular, y explicadas en términos del trabajo detallado que realizan los ochenta mil millones de neuronas en el cerebro. A este nivel la pregunta es: ¿Cómo se producen las señales neuronales entre una y otra neurona y hacia el centro de mando cognitivo?

Hasta relativamente poco tiempo atrás lo que importaba era saber qué áreas del cerebro se activaban ante diversos estímulos. Ahora lo que realmente interesa conocer son sus mecanismos.

Recientemente se ha documentado un interesante experimento que demuestra los mecanismos que desplegamos para prestar atención. Los investigadores presentaron una serie de dos tipologías de imágenes (rostros y casas) a los participantes. Se hizo en una rápida sucesión, cómo si se tratara de cuadros de una película, mientras se les solicitaba que se concentraran en los rostros sin prestar atención a las casas (o viceversa). Las imágenes fueron programadas para presentarse en dos frecuencias: un nuevo rostro cada dos tercios de segundo, una nueva casa cada mitad de segundo. Observando la frecuencia de la actividad cerebral mediante magnetoencefalografía (MEG) y resonancia magnética funcional (IRMf) se pudo determinar dónde se enviaban las imágenes en el cerebro.

Se observó, a pesar de que las imágenes se presentaban a la vista cada una superpuesta a otra, que eran procesadas en diferentes áreas del cerebro. Las imágenes de rostros en una zona particular del lóbulo temporal (especializada en reconocimiento facial) y las imágenes de casas se procesaban en un grupo distinto de neuronas especializadas en el reconocimiento de localizaciones.

Lo más importante, las neuronas en esas dos regiones presentaban comportamientos diferentes. Cuándo se pedía a los participantes en el experimento que se concentraran en los rostros y dejaran de lado las casas, las neuronas del reconocimiento facial se activaban de forma sincronizada (como si fueran un coro cantando al unísono), mientras que las neuronas de la localización de casas se activaban cómo si fueran un coro falto de sincronía, cada una iniciando su actividad en forma independiente. Por el contrario, cuándo se concentraban en casas, sucedía lo inverso. Más aún, un área del cerebro conocida como intersección  frontal inferior (región en el lóbulo frontal) parecía dirigir el coro de sincronización neuronal, activándose en forma independiente de él.

Evidentemente, cuando se presta atención  a algo se origina, a nivel celular, la activación sincronizada de un grupo de neuronas, cuya actividad eléctrica rítmica supera al vasto coro de actividad neuronal. Esta actividad sincronizada permite que la información relevante sea procesada más eficientemente por otras regiones del cerebro.

Los descubrimientos cada vez arrojan más luz sobre otra paradoja: la experimentación de conciencia (quizas uno de los más profundos y problemáticos aspectos de la existencia humana). ¿Cómo una masa gelatinosa de sangre, tejidos y huesos producen los sentimientos? ¿Cómo desarrolla la identidad, el ego y la personalidad?  ¿Puede que a medida que se conozca más sobre los detalles de los mecanismos del cerebro la cuestión de la consciencia se convierta en irrelevante o abstracta?

Probablemente, quizás en el futuro la consciencia sea observada como un término vago de la experiencia mental de la atención, y que poco a poco se la comprenda en términos de actividad eléctrica y química de determinadas neuronas.

O bien, que una parte de esta conceptualización de la consciencia permanezca en las penumbras del misterio. Sería, según palabras de Albert Einsten hacer realidad aquello de: ¨La experiencia más hermosa que podemos tener es la del misterio. Es la emoción fundamental que caracteriza al verdadero arte y a la verdadera ciencia¨.

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Mediante magnetoencelagrafía (MEG) durante el experimento se detectaron  variaciones

 magnéticas del cerebro según diversos tipos de actividad cerebral.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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