Poder de la naturaleza

picture3Cuando estamos expuestos a la naturaleza, ya sea a un bosque virgen o a los árboles del parque en la ciudad, le hacemos un favor a nuestro super estresado cerebro. La ciencia demuestra lo que desde siempre se ha sabido en forma intuitiva: la naturaleza es una buena medicina para el cerebro. Nos hace más saludables, felices e inteligentes.

Disfrutar de la naturaleza permite que la corteza prefrontal, el centro de comando del cerebro, disminuya su actividad y descanse, como un músculo sobrecargado. Los estudios de electroencefalografía (EEG) muestran menos energía originada por las olas theta frontales, una medida del pensamiento conceptual y atención sostenida.

Se dispone hoy de evidencia científica que los problemas de salud como obesidad, depresión o miopía severa, se vinculan al tiempo en que las personas permanecen en ambientes cerrados.

Algunos científicos investigan con renovado interés cómo la natualeza afecta al organismo y al cerebro. Aprovechando los avances en neurociencias han comenzado a cuantificar lo que antes parecía misterioso. Estos numerosos análisis, desde hormonas del estrés hasta ritmo cardíaco, circuitos neuronales, o índices proteicos, indican que cuando pasamos tiempo en espacios verdes se manifiesta algo positivo y profundo.

Un reciente estudio desarrollado en Gran Bretaña ha analizado información sobre salud mental de 10.000 individuos urbanos, y ha empleado mapas de alta resolución para determinar dónde han vivido en los últimos 18 años. Se pudo demostrar que aquellas personas que habían vivido cerca de espacios verdes mostraban menor nivel de angustia, aún ajustando los datos según el nivel de ingresos, educación y de empleo (todos correlacionados con el nivel de salud). En 2009 un equipo de científicos holandeses demostró un bajo nivel de incidencia en 15 enfermedades (incluyendo depresión, ansiedad, deficiencias cardíacas, diabetes, asma y migrañas) en personas que vivían en áreas cercanas (de hasta 1.000 metros) a espacios verdes. En 2015 un equipo internacional de investigadores analizaron más de 31.000 cuestionarios de residentes en Toronto, localizándolos en el mapa de la ciudad. Los que vivían en manzanas con más  forestación mostraban un aumento en el ritmo cardíaco y metabolismo equivalente a lo que se experimenta cuando se obtiene un aumento de 20.000 dólares en los ingresos. Menor índice de mortalidad y bajo nivel de circulacion hormonal de estrés en sangre también han sido correlacionados con la vida próxima a  espacios verdes.

Es complicado concluir de esta tipología de estudios porqué las personas se sienten mejor. ¿Es por el aire fresco? ¿Determinados colores o formatos fractales provocan neuroquímicos en el cortex visual? ¿O es porqué las personas que viven cerca de espacios verdes los utilizan con más frecuencia para practicar deporte? Para los excépticos… Un importante estudio ha determinado menor índice de mortalidad y de enfermedades en las personas que viven cerca de parques o espacios verdes, aún cuando no los utilicen. El efecto restituyente o curativo se produce tanto si se usan como si nó. Más aún, las personas de niveles socioeconómicos más bajos serían las más beneficiadas: en la ciudad vivir cerca de espacios verdes es un nivelador social.

La naturaleza virtual es también un excelente relajante. En Suecia estudios realizados sobre test matemáticos y entrevistas de búsqueda de trabajo simuladas así lo demuestran. Cuando a los participantes en el experimento se les presentaban imágenes de una selva virtual con sonidos de cantos de pájaros el ritmo cardíaco recuperaba su estado normal. Además, se ha demostrado que aquellas personas que tienen ventanas orientadas a espacios verdes y que pueden observar árboles y jardines (versus las que tienen ventanas orientadas a espacios duros) se recuperan más rápidamente en los hospitales, tienen mejor rendimiento escolar, e incluso desarrollan comportamientos menos violentos en vecindarios donde este tipo de conducta es frecuente. Estos resultados coinciden con estudios realizados sobre el sistema nervioso central. Análisis hormonales de estrés, respiración, ritmo cardíaco y transpiración, sugieren que aún pequeñas dosis de naturaleza (incluso mediante imágenes fotográficas) puede tranquilizar a las personas y también mejorar su rendimiento.

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En Singapur, que se proclama como la ¨ciudad en un jardín¨, una cascada de forestación caracteriza a este hotel. El paisaje se puede disfrutar tanto desde las terrazas de las habitaciones como desde la calle. La filosofía en la ciudad es que ¨la jungla de cemento destruye la espiritualidad humana¨.

La investigación neurocientífica está brindando valiosa nueva información. Investigadores coreanos, mediante resonancia magnética funcional han analizado diferentes imágenes. Cuando los voluntarios a los experimentos veían escenas urbanas, sus cerebros mostraban mayor flujo sanguíneo en la amígdala, encargada de procesar temor y ansiedad. Por el contrario, las escenas de naturaleza activaban la corteza singulada anterior y la ínsula, áreas asociadas con empatía y altruismo. Quizás la naturaleza nos convierte en mejores personas, más calmadas y felices.

Puede hacer que la persona se encuentre bien consigo misma. Investigadores de la Universidad de Stanford escanearon el cerebro de 38 voluntarios antes y después de pasear durante 90 minutos, tanto en zonas urbanas congestionadas como en grandes parques. Sólo los que caminaron por el parque mostraron una menor actividad en la corteza prefrontal (área de Broadmann 25), la parte del cerebro que se vincula con la depresión. La naturaleza contribuye a focalizar la atención alejada de emociones negativas.

Algunos científicos han mostrado su interés en estudiar el vínculo entre naturaleza y solución de problemas. Basándose en las propuestas de la teoría de la restauración de atención, argumentan que los elementos visuales  de los entornos naturales (atardeceres, saltos de agua, flores, mariposas) reducen el estrés y la fatiga mental. Lo más fascinante, estos estímulos promueven un enfoque sereno permitiendo al cerebro descansar, relajarse y recuperarse de lo que se ha dado en denominar ¨irritación nerviosa¨ de la vida urbana. Esta fascinación agradable facilita un mejor estado de ánimo y la posibilidad de mejor reflexión.

Por ejemplo, un paseo de 50 minutos en una zona arbolada mejora las capacidad de atención para la toma de decisiones, cómo por ejemplo dinamiza la memoria de corto plazo, mientras que el mismo tiempo dedicado a caminar en la ciudad es incapaz de producirla.

Es una magnífica y estimulante terapia, disponible a coste cero y que simplemente se denomina ¨interacción con la naturaleza¨.

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La vida moderna plantea la búsqueda de equilibro para disminuir el estrés. El antídoto es la naturaleza.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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