Cerebro motivado

Las marcas íconos están capacitadas para generar pasión, entusiasmo en sus clientes. Apple, Harley Davidson, Google, Nike, Patagonia, Ferrari … son aptas para crear enamoramiento, construir su propio significado, y cimentar su exclusiva motivación. Hay un secreto para esta grandeza, y la respuesta es simple: se llama pasión.

Todos hemos escuchado en numerosas ocasiones esta palabra, pero pocos quizás conozcan lo que implica realmente.

La palabra pasión proviene de la raíz latina ¨pati¨, que significa sufrir. La veracidad de este concepto lingüístico se basa en el hecho que la pasión es aquello que motiva la perseverancia por algo, más allá del temor, infelicidad o sufrimiento. Es la determinación de ir hacia adelante venciendo la adversidad para alcanzar el objetivo final. Más aún, este tipo de motivación se manifiesta en un área o fuente específica en el cerebro.

Cuando se realizan actividades motivadoras el área del cerebro que se activa es el estriado ventral en combinación con la amígdala (conocida como el centro emocional del cerebro). Lo que se ha podido descubrir es que la activación del estriado ventral es proporcional a la motivación que siente la persona: a mayor motivación, mayor activación del área.

El sentimiento intenso de creatividad, o el de euforia cuando nos volcamos o comprometemos con algo que consideramos significativo, es algo expresivo que tiene una respuesta en el cerebro con consecuencias importante en la vida. La motivación, además de suministrar la energía para el trabajo, facilita un cambio total de las percepciones. Consecuentemente, la modificación de las percepciones afecta a la tipología de comportamientos que se realizan a largo plazo.

Todo ello se vincula con el concepto de neuroplasticidad, aquella capacidad que el cerebro tiene de ¨rebobinarse¨ mediante los comportamientos. Según esta teoría prominente, los humanos tenemos el poder de crear la automotivación, y el arte de descubrir esta pasión en la vida descansa totalmente en las acciones y en las alternativas de comportamiento.

Las últimas investigaciones en este campo sugieren que la clave para tener éxito en esta automotivación consiste en cultivar, más que en encontrar, la pasión. La verdadera pasión se desarrolla actuando con mente abierta cuando se considera lo nuevo, y siendo capaz de poner esfuerzo en ello.

Los estudios anteriores se han enfocado en cómo las personas desarrollan prejuicios versus la amplitud de miras sobre la inteligencia. Significa creer que la inteligencia es algo dado (se tiene o no) o que puede ser cultivada, enriquecida. En las investigaciones más recientes lo que se ha hecho es observar las diferencias entre personas que creen que los intereses son estáticos y aquellos que asumen que pueden desarrollarlos en el tiempo y con esfuerzo.

Para ello se condujeron cinco experimentos en los que participaron 740 individuos. En uno, participaron jóvenes estudiantes que se identificaron como ¨generalistas¨ (interesados en las artes y humanidades) y ¨techie¨ (interesados en temas científicos y tecnológicos). Invitaron a los jóvenes a que leyeran dos artículos, uno sobre tecnología y el otro sobre crítica literaria y descubrieron que aquellos con mente cerrada, orientada a sus propios intereses, eran menos propensos a leer el artículo que consideraban alejado de su área de interés.

En otro experimento, a los jóvenes se les mostró un vídeo sobre agujeros negros y el origen del universo, que la mayoría describió como fascinante. Pero, cuando fueron requeridos a leer un denso artículo científico sobre el mismo tema, aquellos con mente cerrada perdieron interés más rápidamente que aquellos que creían que los intereses pueden ser cultivados y enriquecidos.

El estudio se enfocó en jóvenes estudiantes debido a que cuando se está en este estadio de la vida se recibe un bombardeo constante sobre la conveniencia de descubrir una pasión, y muchos están deseosos, esperando que suceda.

Los estudiantes con una mente amplia se involucraron con mayor interés y entusiasmo por lo que aprendieron más. Al ser abiertos a cosas ajenas a sus intereses pudieron desarrollar mayores conexiones entre lo que aprendían y sobre los entes y objetos que hay alrededor.

En un mundo que se transforma para ser más interdisciplinario, el futuro será de aquellos que cultiven pasión por distintas áreas, como las ciencias y las humanidades.

Igual que hiciera Steve Jobs en Apple. Además de concebir un ordenador, lo convirtió en una pieza de arte. En algo hermoso.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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