Raíces biológicas del reconocimiento de la belleza

La belleza atrae, fascina, entusiasma, enamora, inspira y en ocasiones seduce; ¡Nada más eficaz para la marca! De hecho, se considera que es una parte indispensable en nuestras vidas, ya que desempeña un papel fundamental en la conceptualización de nuestro propio mundo. Nunca se la observa indiferente, demanda ser apreciada; nos habla directamente como si fuera la voz de un amigo íntimo.

La belleza es un misterio de la vida y es en la mente donde se manifiesta el reconocimiento de la perfección.

Discernimos la belleza en objetos concretos e ideas abstractas, arte, personas,
animales, en la naturaleza, acciones y también proposiciones de la marca.

La belleza puede ser asociada con confianza, calidad y excelencia. Incluso puede hacer lo increíble creíble en todas las categorías. Toda belleza transpira integridad y existe por condiciones lógicas: perfección, coherencia y la unidad expresiva de forma y contenido. La marca para ser hermosa, expresiva, elegante o glamurosa debe manifestar su belleza con su declaratoria y compromiso estético. Provocar el deleite es el efecto buscado.

Una serie de investigaciones demuestran que la belleza de la marca logra combinar una serie de estímulos con relajación; genera una cierta pérdida de control mental, ocasionando un proceso orgánico momentáneo, rendido ante el objeto o el estímulo. La mente y el cuerpo se tornan indivisibles ante ella, produciendo sentimientos y sensaciones. El organismo en su totalidad ingresa y se conmueve por el “concierto del placer”.

La experiencia cognitiva ante la belleza incita, o incluso provoca réplica, cuando los ojos ven algo hermoso, las manos quieren tocarlo. Incorpora copias de sí misma en el ser: deseamos dibujarla, fotografiarla o describirla a los demás. Asimismo, causa contagio o imitación, hasta deseos de avaricia y posesión material, e involucra a una serie de mecanismos intelectuales y emocionales.

Se dice que la belleza, más que en el objeto que miramos, está en los ojos de quien lo mira. Sin embargo, recientemente se ha comprobado que lo subjetivo de la belleza no está en los ojos, sino más bien en el cerebro de quien la observa. La belleza es capaz de producir actividad en ciertas áreas del cerebro, y la neuroestética se ocupa de investigar las bases biológicas y neuronales de la creatividad, belleza, felicidad y amor.

Las áreas que se involucran en su proceso forman parte del centro de placer y recompensa en el cerebro. Recientemente, se ha demostrado que idéntica área del cerebro se activa en un mismo individuo, tanto con la percepción visual de la belleza (pintura artística) como la auditiva de la belleza (música). Esto implica que la belleza realmente existe como un concepto abstracto en el cerebro. Más aún, las zonas del cerebro que se activan han sido asociadas al amor romántico, lo cual sugiere una correlación neuronal entre la belleza y el amor.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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