Belleza y el cerebro

Una marca hermosa es notoria y se la percibe inmediatamente. Se la desea y despierta el deseo de posesión. Los estudios recientes de escáneres cerebrales revelan que exponerse a una marca atractiva puede activar el cerebelo motor que gobierna el movimiento de las manos. Instintivamente, nos movilizamos por la hermosura; la belleza literalmente nos moviliza. Parafraseando a un biólogo, la belleza está en los genes del observador.

Salvador Dalí decía que “la belleza será comestible o no será”. Para él las cosas hermosas deben querer comerse, y lo decía cuando se extasiaba ante la obra de su admirado Antonio Gaudí.

El poeta Baudelaire sostenía que la belleza para ser atractiva, debe ser imperfecta. La visión contraria, la teoría griega de las proporciones da como resultado la entronización de la perfección estética. La belleza puede consolar, perturbar, sacralizarse, profanarse; puede resultar apasionante, significativa, inspiradora, escalofriante. Puede afectarnos de diversas maneras. Nunca se la ve con indiferencia: la belleza exige ser considerada, nos habla directamente con el tono de voz de  un amigo íntimo. Si hubiera alguien indiferente a la belleza, seguro se debe a que no la ha percibido.

Las marcas que apuestan por la belleza intencionada atraen, fascinan, entusiasman, enamoran, inspiran y en ocasiones seducen. Logran relevancia, singularidad, estima, reconocimiento y fidelidad de clientes con autoridad objetiva.

Los descubrimientos realizados recientemente implican que la belleza realmente existe como un concepto abstracto en el cerebro y que, precisamente, está en el cerebro de quien la mira. Asimismo, las investigaciones demuestran que la percepción visual de la belleza parece tener un efecto especial en el cerebro.

Los trabajos neurocientíficos demuestran qué áreas del cerebro humano se activan por la experiencia de la belleza. Asociamos el gran diseño al arte, no a la ciencia, a un regalo misterioso de los Dioses, más que en algo que resulta de un estudio diligente e informado. Sin embargo, si cada diseñador comprende más de las matemáticas de la atracción y de la mecánica del afecto, todos los diseños (desde casas a teléfonos móviles, desde oficinas a automóviles) pueden, además de lucir hermosos, resultar beneficiosos para la sociedad.

La marca podrá seleccionar para su estrategia entre diversas proposiciones de valor. La inspirada en potenciar un lugar vital mediante la belleza intencionada, sin duda, contribuirá a su singularidad y éxito. El disfrute de lo hermoso es una condición de la propia naturaleza humana. Por lo tanto, deconstruir y conceptualizar su belleza permitirá erigir el posicionamiento de trascendencia, virtuosismo y rentabilidad.

Hermoso versus vulgar

Reacciones humanas a productos hermosos versus vulgares y desagradables, mediante escáneres que demuestran la activación en áreas cerebrales.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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