Palabras y el cerebro
Las palabras con contenido emocional se recuerdan mucho más que aquellos vocablos neutros. Recordamos mejor palabras como amor, sonrisas, muerte, pistola o atentado que no las neutras, al estilo de agua, silla, traje. Los resultados de los estudios (entre otros los realizados por el Grupo de Investigación Psicolinguística de la URV Universidad Rovira I Virgili) cuestionan la teoría que la retención de estas palabras tienen que ver con la relación semántica que existe entre ellas.
De esta manera el enfoque se centra en el contenido emocional de la palabra, ya sea positivo (belleza, felicidad, gozo…) o negativo (tristeza, dolor, soledad) y abren la posibilidad de mejorar el aprendizaje y uso del idioma en diversos contextos (social, professional, publicitario…)
La investigación se ha basado en un experimento de la conducta de 130 personas que debían leer una lista de palabras sin relación semántica entre ellas y sin saber que se trataba de una prueba de memoria. Pasados 15 minutos, se les solicitaba que recordaran las palabras que pudieran. El análisis de los datos ha permitido determinar que los participantes recordaron más las palabras consideradas emocionales, seleccionadas de forma tal que no existía relación semántica.
Evidentemente el contenido emocional tendría un efecto significativo ya que es importante para la supervivencia y de allí su relevancia, y capacidad para captar la atención y conservarse en la memoria.
Los hallazgos pueden iluminar y favorecer el aprendizaje infantil de nuevos idiomas, al ser possible crear relaciones entre aquellas palabras complejas con información de tipo emocional.
Así como el ejercicio físico moldea el cuerpo, las palabras que utilizamos diseñan nuestro comportamiento. A la hora de elegir, siempre es preferible utilizar una palabra amable que una grosera. Le propongo el siguiente ejercicio. Pronuncie en voz alta las siguientes palabras, tratando de identificar la emoción que siente cuando las pronuncia:
No
Si
Paz
Amigo
Idiota
¿Y qué siente cuándo dice estas frases?
“No puedo”
“Que difícil”
“No lo se”
“Lo lograré”
“Me siento capáz”
“Me siento renovado”
Si realmente ha estado concentrado, habra percibido que en cada palabra o frase con connotación negativa, su cuerpo reacciona poniéndose a la defensiva, en especial cuándo le agrega a la pronunciación un tono y un modo rudo o pesimista. Por el contrario, una palabra como “paz” o “amigo”, o una frase cómo “Por supuesto que puedo hacerlo”, hacen fluir en el organismo una sensación de alivio, bienestar y relajación.
Con la ayuda de tomografía computada o de la resonancia magnética functional podría conocer aun más señales que envía su cerebro al conectarse con el lenguaje: la hormona del estrés, conocida como cortisol, se libera inmediatamente y nos pone en alerta máxima cuando el cerebro detecta un “no”. Por el contrario, la dopamina (relacionada con el bienestar) fluye con el “si”.
Las palabras tienen un gran poder. Su influencia se refleja en quienes nos rodean y, sobre todo, en nosotros mismos. En efecto, cada uno de los vocablos que usamos definirá en gran medida nuestro comportamiento.
Una palabra negativa o insultante activa la amígdala, área del cerebro vinculada a las alertas, y genera una sensación de malestar, ansiedad o ira. Por el contrario, las palabras positivas son procesadas por el hemisferio derecho del cerebro, el de las emociones y son generadoras de placer, sorpresa y alegría.
Otra noticia curiosa. Para el cerebro aprender el significado de una palabra extranjera es tan gratificante como ganar dinero. El aprendizaje de palabras nuevas activa en el cerebro los circuitos de recompensa. Además, el aprendizaje de estas palabras va acompañado de un aumento en la sincronización de la actividad neuronal entre distintas áreas cerebrales.
Hablar, leer, estudiar… para la mente todo son ventajas.
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