El cerebro adora la animación
La temporada de tenis está en este momento en su apogeo; Roland Garros primero, luego Wimbledon y un poco más tarde el US Open. Las marcas patrocinadoras se esfuerzan por sobresalir y remarcar sus propuestas de manera cada vez más original. Este año, se han impuesto las animaciones -no sólo en los Villages y en los estadios- sino más allá de las instalaciones deportivas. En el caso de París, IMB (patrocinador del torneo Roland Garros) lanzó una campaña interactiva consistente en ocho animaciones e ilustraciones que se desplegó masivamente en distintas zonas de la ciudad y aeropuertos.
Coloristas, y con brillo abundante, las animaciones son mucho más que ilustraciones con movimiento, ya que suministran información a tiempo real sobre los resultados de la competición y jugadas de los partidos. Por ejemplo, cuando un jugador logra puntuar, realiza un saque exitoso (ace) o produce una jugada extraordinaria, los gráficos e imágenes cambian adecuada y específicamente. Además de informar a tiempo real, sorprenden con sus magnificas imágenes.
Para ver algunas animaciones, puede consultarse este enlace.
¿Alguna vez ha pensado como hace un tenista para saber hacia qué punto exacto se tiene que mover, para devolver una pelota que recién acaba de salir de la raqueta del rival, y viene a más de 100 km/hora? La respuesta es sencilla: el cerebro realiza cálculos y predicciones automáticamente.
Imaginemos a un jugador de tenis que, en medio de un partido, está realizando un peloteo intenso con su rival. Para cada pelota que viene hacia él, el tenista debe saber dónde pararse para devolver el tiro. Durante la fracción de segundo que necesita una pelota de tenis para viajar de la raqueta del rival al otro lado de la redel ojo necesitaría, teóricamente, realizar las siguientes evaluaciones: encontrar la pelota, determinar su velocidad, llevar la información al cerebro, el cual enviará un mensaje a los músculos de piernas y brazos para responder. Además, el golpe debe ser exacto en fuerza y dirección para que la devolución llegue a dónde el tenista la quiere colocar. ¿Cómo hace este jugador para hacer todos estos cálculos en milésimas de segundos?
Investigadores de la Universidad de California realizaron un estudio al respecto.
Los estudios realizados por el equipo de investigación determinan que, tan pronto el cerebro sabe que algo está en movimiento, anticipa un desplazamiento del objeto. A partir de ese momento, el cerebro hace un presagio acerca de la futura trayectoria de la pelota.
En el momento en que la pelota inicia su recorrido, el cerebro del tenista percibe a la bola una fracción de tiempo más adelante que dónde verdaderamente está; sus neuronas realizan un vaticinio del trayecto en cada tiro del rival. Esto da tiempo al jugador para tener la reacción adecuada a cada tiro de su rival. En este caso, se podría asumir que el cerebro no funciona en tiempo real, sino que funciona un tiempo más adelante. En otras palabras, el cerebro reacciona de forma anticipativa.
¿Cómo llegaron los investigadores a estas conclusiones? Estudiantes de la universidad fueron voluntarios para realizar unos experimentos con luces intermitentes en movimiento, mientras que sus cerebros estaban siendo escaneados con resonancia magnética funcional. En dicho estudio, se pudo observar cómo se anticipa el cerebro ante un patrón de movimiento repetitivo de luces. Hay una región en la parte posterior del cerebro llamada zona V5, que es la encargada de procesar la información y hacer las proyecciones sobre los objetos que están en movimiento.
Estas investigaciones también ayudan a explicar cómo las trayectorias alteradas nos logran engañar, por ejemplo, cuando el rival lanza un tiro con un efecto inesperado. Este procesamiento de información que realiza el cerebro con objetos en desplazamiento, incide también en otras situaciones más importantes que el deporte, como cuando estamos tratando de cruzar una calle.
Cuando esta perspectiva se ve afectada, la persona tendrá problemas para predecir con exactitud la ubicación de objetos en movimiento. En consecuencia, le resultará difícil realizar tareas tan simples como verter café en una taza o cruzar la calle con seguridad.
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