El cerebro en verano
Aunque la experiencia sea personal, es indudable que durante el verano vemos las cosas diferentes que en el resto del año. La época de vacaciones (la mejor del año) precipita emociones a raudales, percepciones y expectativas singulares.
Sin embargo, la cuestión es si el calor del verano modifica la actividad en el cerebro, o es simplemente una ilusión. Algunos científicos han querido dar respuesta a esta paradoja. Todo indicaría que aunque las capacidades cognitivas del ser humano no dependen de la estación del año en la que vivimos, algunos procesos y rutinas de búsqueda y tratamiento de la información si varían sustancialmente.
Un estudio realizado recientemente en la Universidad de Lieja, en Bélgica, ha sido capaz de demostrar el fenómeno. Se analizaron las funciones cognitivas de 28 individuos belgas en diferentes estaciones del año. En cada estación, los voluntarios pasaron cuatro días y medio en un laboratorio sin acceso a información del exterior, ni pistas sobre estaciones del año. Estaban privados de ver la luz natural, entre otras limitaciones.
Los investigadores escanearon sus cerebros mientras realizaban diferentes tareas mentales. Así, los resultados de las pruebas de memoria, resolución de problemas o búsqueda de información no variaron de una estación a otra, pero el esfuerzo invertido para resolverlas, la cantidad de energía necesaria para hacer funcionar el cerebro, sí varió.
Por ejemplo, en verano, necesitamos mucha más energía para mantener la atención y cerca del solsticio de invierno es mucho más sencillo mantenerla. Por el contrario, la cantidad de energía necesaria para recordar un acontecimiento o ejercitar la memoria es mucho mayor en otoño que en primavera.
Los humanos somos animales estacionales. Se sabe que el organismo tiende a consumir más calorías en invierno y algunos genes cambian su actividad según la estación del año. Pero nunca antes se había experimentado un contraste de tal nivel en la actividad neuronal.
Es posible que algunos neurotransmisores, como la serotonina, modifiquen su conducta en función de la estación del año. Aunque aún se desconoce cómo saben que es primavera o verano, sobre todo si se tiene en cuenta que las pruebas de laboratorio se realizaron en ausencia de pistas estacionales.
Evidentemente, habría que investigar más en el futuro este aspecto y vincular los hallazgos con consumo, preferencia de marcas, categorías (o subcategorías) de productos y recordación de mensajes promocionales.
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