Compartir, en la infancia suele ser complicado

Cuando un niño se niega a compartir sus juguetes, sabe que lo que está haciendo es incorrecto pero, sin embargo, no puede evitarlo.  Esto, se debe a que el centro de control de impulsos en el cerebro en la corteza prefrontal  se encuentra aún infra desarrollado.  El niño comprende perfectamente  que el concepto de equidad falla, pero fracasa en desarrollar  el comportamiento adecuado.

Los bebes son inherentemente egoístas, pero a medida que crecen, mejoran en el desarrollo de estrategias sociales. Esto es, satisfacer las propias necesidades desarrollando comportamientos aceptables para los demás. Experimentos con niños de entre 6 y 14 años resultan muy interesantes.

Se investigó el desarrollo de dos tareas con decisiones similares que involucraban compartir fichas de poker con receptores anónimos (las fichas eran canjeables por premios). En la tarea uno la cantidad que los niños  ofrecían compartir no era objeto de consecuencias, pero en la tarea dos el receptor anónimo podía rechazar la oferta si la consideraba injusta. En ese  caso, ambos niños no obtenían nada, La tarea dos, por lo tanto, requería una estrategia social mientras que la tarea uno no.

En la tarea uno, tanto los niños pequeños como los mayores se comportaron de forma similar.  En la tarea dos, los niños más pequeños realizaban las ofertas más mezquinas y estaban dispuestos a aceptar las ofertas injustas, aún cuando entendían que esas ofertas eran improcedentes.

Los estudios de imágenes en el cerebro de los niños revelaron que cuando realizaban las tareas la menor actividad se desarrollaba en las áreas de control de impulsos en la corteza prefrontal en los más pequeños (área de proceso de decisión y auto control en el cerebro). Además, independientemente de la edad se observó menos actividad en la región donde se manifiestan las estrategias sociales.

Por lo tanto, si un niño tiene dificultades en ser justo, no se debe precisamente a que no entienda el concepto. Simplemente, le es imposible resistirse a la urgencia de disfrutar de todas las galletas o golosinas y desaparecer.

Esto no debe ser una excusa para justificar malos comportamientos. Simplemente porque el cerebro sea como es en la niñez  no significa que no pueda cambiarse. La educación y el buen ejemplo pueden tener un importante impacto en su plasticidad.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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