El movimiento de los ojos puede revelar secretos íntimos
Las tecnologías de seguimiento de la mirada van a ser ubicuas en poco tiempo. Son un gran avance y mejorarán nuestra vida, pero conllevan riesgos que hay que tomarse en serio. Muchas tecnologías ya emplean algún tipo de sensor que detecta el movimiento ocular. Lo analizan, lo procesan y nos aportan datos muy útiles que nos simplifican la vida. Pero también recogen información biométrica que revela información delicada como nuestra etnia, enfermedades que padecemos, nuestras preferencias sexuales o los hábitos de consumo de drogas que se tengan.
Hoy en día ya se están empleando este tipo de sistemas aunque no de forma masiva: se usan para interactuar con los videojuegos, para prevenirnos si algo no va bien cuando vamos al volante o para ayudar a los médicos a diagnosticar enfermedades. Pero en la nueva generación de tecnología que viene, estos dispositivos estarán totalmente integrados en nuestras vidas.
Todo parece indicar que en menos de una década los teléfonos móviles dejarán paso hacia algún tipo de gafas inteligentes. Todos acabaremos llevando encima dispositivos con cámaras diminutas que analizan nuestra mirada de manera constante.
Muchos expertos ya han lanzado la voz de alarma y han empezado a reclamar regulación que controle todo este flujo de datos. Un artículo publicado por investigadores alemanes hace un repaso a toda la bibliografía científica sobre este tema y analiza las implicaciones de la tecnología de análisis de la mirada en la privacidad.
Lo que dice nuestra mirada de nosotros
Los investigadores aseguran que hoy en día estos sensores se pueden fijar en gran cantidad de aspectos biométricos como el movimiento de los párpados, el color y la humedad del globo ocular, el estado de nuestras pupilas y nuestro iris o hasta nuestros atributos faciales. Estas características son únicas para cada persona y de hecho ya se utilizan como identificadores biométricos habitualmente.
Una vez procesados estos datos se puede extraer de ellos información sensible de carácter personal; se pueden detectar enfermedades físicas como el parkinson, la obesidad o distintos problemas de la vista. Enfermedades mentales como depresión, autismo o trastornos alimenticios.
Apple postula que se pueda grabar video con la mirada.
También se podría recabar información emocional que indique si estamos tristes, alegres, enfadados o agotados. Información sobre nuestras habilidades sociales e intelectuales, sobre si estamos somnolientos o, incluso, hasta las drogas que se pudieran estar consumiendo.
“Hay que reconocer los numerosos usos beneficiosos y el enorme potencial de esta tecnología en auge, y eso hay que aprovecharlo” comentan los investigadores. “Sin embargo, un uso más generalizado del seguimiento ocular también plantea graves problemas de privacidad”
La necesidad de regular
Para ellos, el problema fundamental no es la tecnología en sí, sino quién gestiona esa información tan sensible. “Los datos de la mirada pueden obtenerse y compartirse de forma poco transparente” afirman, “pueden contener una gran cantidad de información sensible sobre un usuario”.
El estudio de los investigadores alemanes compila la información de otros artículos científicos que se han ido desarrollado en este campo y que, en su gran mayoría, se han efectuado en circunstancias muy controladas dentro de los laboratorios.
Los investigadores advierten que los resultados en pruebas hechas en medio del trajín del mundo real pueden variar, y que las grandes compañías detrás de esta tecnología —principalmente Facebook, Apple o Microsoft— tienen muchos más recursos para su investigación. No sólo tienen un presupuesto muchísimo mayor que los laboratorios sino que además pueden usar a sus millones de usuarios como sujetos de muestra.
Esta tecnología es incipiente, pero su avance es imparable y se espera que se adopte con la misma rapidez con la que adoptamos los ‘smartphones’ hace más de una década. Y a pesar de que, como dicen los investigadores, el análisis de la mirada permite sacar valiosas conclusiones que van a mejorar nuestra calidad de vida, “para explotar este potencial de forma sostenible y socialmente aceptable, se necesitan medidas adecuadas de protección de la privacidad”.
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