La obsesión de comprar zapatos en la mujer surge de la sola mención de “vamos a comprar zapatos”. El zapato, para la mujer, es un objeto de deseo. Muchas son “zapatoadictas” con aquellos zapatos con plataformas o modelos que les permite aumentar la altura. Cambiar de estilo, adecuarse a las temporadas y sentirse confortable despiertan sentimientos, incluso de poder y belleza. Las mujeres realizan un “juego” en las zapaterías probándose zapatos distintos y se entusiasman fácilmente al hacerlo.

El mercado mundial de zapatos de mujer asciende a unos 80.000 millones de dólares anuales. Más del 50 por ciento corresponden a la categoría de stilettos, tacones o plataformas. Las ventas son supra-naturales ya que aumentan, aún en épocas recesivas.

Cuando la mujer compra zapatos su cerebro segrega dopamina, suministrando un estado de bienestar y de ánimo (placer). Comprar un par de zapatos activa un área en el cortex prefrontal, similar a la que se motiva por la colección de objetos. Comprar un par de zapatos, suministra incluso una mini-adrenalina, idéntica a la satisfacción que produce para un coleccionista de sellos postales cuando adquiere uno que considera raro.

Las mujeres asocian altura con poder y estatus. Históricamente los zapatos han sido indicadores de “la clase social” y este concepto está grabado en nosotros. Asimismo, hay otro elemento vinculado con lo sexual. La mujer asume que cuando usa zapatos con tacones o stiletto su cuerpo adopta una postura y actitud denominada lordosis. Su trasero se eleva y su espalda se curva o arquea.

Nuestro cerebro está estructurado para asociar el pie con sexo. El área del cerebro que comunica con los genitales está junta a la que se vincula con los pies. Estas áreas se vinculan neurológicamente, lo que explicaría por qué los zapatos contienen cierto erotismo.

Como se  ha analizado, la mujer cuando compra zapatos, adquiere algo más que estilo y comodidad.