Placer y recuerdo de caras
La química del cerebro tiene un papel muy importante en el amor y los gustos. En este sentido, una de los neurotransmisores más destacados es la dopamina, una hormona que se libera durante el enamoramiento y que participa en los mecanismos cerebrales de recompensa y de motivación. Estos influyen en que algunas acciones, cómo dar un beso, comer, o usar una determinada marca, nos resulten placenteras, o que desarrollemos alguna adicción o fidelidad.
Recientemente se ha descubierto que la dopamina tiene una nueva función: estaría relacionada con la habilidad del cerebro de reconocer las caras de las personas. Se ha documentado que habría una relación íntima entre el reconocimiento de caras y el sistema de recompensa. Algo similar sucedería con el reconocimiento de logotipos y de nombres de marcas. Por ejemplo, cuánto más sensible sea alguien a las recompensas sociales, mayor se sentirá cuando interactúa con caras u conceptos familiares.
Las investigaciones han demostrado que la relación entre la cantidad de dopamina y la actividad del giro fusiforme, una parte del cerebro, estaban directamente relacionadas con la capacidad de reconocer caras. Y que, en aquellas con mayor actividad en esa región por unidad de dopamina, su competencia en reconocer caras era mayor. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores recurrieron a dos técnicas capaces de estimar la actividad cerebral: la tomografía de emisión de positrones (PET) y la resonancia magnética funcional.
En los trabajos de investigación, se solicitó a 20 personas que mirasen 24 caras y que tratasen de recordarlas. Luego se les presentó mezclas de estas caras, y se les pidió que manifestaran si les resultaban familiares o no, a la vez que medían su actividad cerebral (con la resonancia magnética funcional), y sus niveles de dopamina (con el PET).
Los investigadores han concluido que el hecho de que la respuesta del cerebro sea más o menos sensible a los niveles de dopamina es clave para entender por qué recordamos algunas caras y otras no.
Las investigaciones continuarán su camino para entender cómo se relacionan los procesos cognitivos, químicos y sociales.
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