Qué podemos aprender del cerebro
La administración Obama ha planificado una década de esfuerzos científicos para examinar el funcionamiento del cerebro humano, y para construir un mapa completo de su actividad. Se pretende lograr con estas investigaciones lo mismo que el Proyecto del Genoma Humano hizo para la genética. El proyecto, en el cual se invertirán 3.000 millones de dólares, se pondrá en marcha próximamente. Incluirá la participación de agencias gubernamentales, fundaciones privadas y equipos de neurocientíficos y nanocientíficos en un esfuerzo coordinado para avanzar en el conocimiento sobre los billones de neuronas que funcionan en el cerebro y lograr mejor comprensión entre percepción, acción y consciencia.
Los científicos observan con entusiasmo las oportunidades que se abren para investigar y desarrollar tecnologías esenciales para comprender enfermedades como Alzheimer, Parkinson, esquizofrenia o autismo, al mismo tiempo que encontrar nuevas terapias para estas enfermedades mentales. Más aún, el proyecto abre enormes posibilidades para avanzar en el desarrollo de inteligencia artificial. El desarrollo de nuevas tecnologías que permitan, a nivel científico, identificar la actividad neuronal en el cerebro ha inspirado a numerosos investigadores en el mundo. Sin embargo, el cerebro sigue constituyendo uno de los mayores misterios científicos.
Una de las posibilidades será construir un modelo completo del mapa de la actividad cerebral mediante “flotas de máquinas” de tamaño-molecular para que actúen de forma no invasiva, como sensores capaces de medir y almacenar la actividad del cerebro a nivel celular. Algunas propuestas pretenden usar ADN sintético como mecanismo de almacenaje para la actividad cerebral. En un reciente encuentro científico, realizado en el California Institute of Technology, han coordinado esfuerzos agencias gubernamentales, neurocientíficos, nanocientíficos y representantes de Google, Microsoft y Qualcomm. El objetivo es determinar si se dispone de capacidad informática suficiente como para capturar y almacenar la enorme cantidad de datos que se originará en el proyecto. Se asume que será posible y que, incluso se podrán crear una serie de observatorios colaboradores, como los observatorios astronómicos.
Además de los aspectos mencionados, el mejor entendimiento del funcionamiento del cerebro favorecerá el futuro de las tecnologías. Los intentos de avanzar durante las últimas décadas en el campo de la inteligencia artificial han tenido un éxito limitado. Google Translate puede traducir cualquier idioma a otro, pero sin entender el contenido. La esperanza es poder crear inteligencia artificial, basándose en cómo funciona nuestra inteligencia natural.
Incluso, puede acelerar la era de la bio-maquinaria. Aún se desconoce cómo construir máquinas autoconfiguradas. El desafío es capitalizar los principios de la reconfiguración neuronal para producir componentes (en smartphones, automóviles o vehículos espaciales) que se adaptan flexiblemente a desperfectos, evitando dejar de funcionar. Por ahora, el cerebro es el único ejemplo funcional de este tipo de “maquinaria”.
Salud mental, rehabilitación de drogadictos, inteligencia informática, componentes adaptativos… seguramente harán rentables los esfuerzos, trabajos e investigaciones de este proyecto sobre el cerebro.
La neuroeconomía y el neuromarketing se nutrirán de relevantes hallazgos y nuevas perspectivas.
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