Tu cerebro decidiendo en el mercado de valores
Los beneficios en el pasado no garantizan el éxito en el futuro. Igual que los fumadores ignoran las advertencias impresas en las cajetillas de cigarrillos, los inversores en bolsa marginan las precauciones más obvias para evitar los peligros y riesgos del mercado de valores. ¿Porqué es tan complicado analizar fríamente, como se debiera, las perspectivas del mercado a corto plazo? Los estudios demuestran que los pronósticos sobre beneficios futuros son optimistas cuando el mercado de valores sube y pesimistas cuando cae.
En algunos casos, los inversores consideran el rendimiento del último mes para predecir el comportamiento futuro. Increíblemente, el análisis de futuro se basa en una pequeña muestra del pasado. Los neurocientíficos argumentan que, probablemente, el cerebro humano produce esta respuesta basándose en un entorno simple en el cual los logros básicos de comida y cobijo evolucionan rara y lentamente, provocando que los últimos acontecimientos sean los más valiosos. Esto es aún más evidente en los tiempos actuales, en los que los inversores actúan en mercados electrónicos de flujo constante.
Recientes descubrimientos neurocientíficos demuestran que ciertas células del cerebro calculan una especie de promedio dinámico de los acontecimientos del pasado, otorgando mayor peso a los resultados más recientes. Cuando las últimas recompensas tienden a ser mayores que los patrones de largo plazo, esas neuronas se activan, inusualmente, con gran rapidez distribuyendo abundante dopamina en el cerebro, el neurotransmisor que moviliza la búsqueda de la recompensa.
Por lo tanto, luego de una década de caídas bursátiles y de periodos de alta volatilidad en los mercados financieros, un solo mes o dos de buenos resultados podrían animar el impulso de reinvertir en bolsa. Algunos inversores parecen haber aprendido cómo resistir a esta tentación, y es aconsejable que usted también tomara nota de ello.
Asimismo, alguno estudios demuestran cómo se forman las expectativas de cómo se comportará el mercado de valores. Basándose en estudios realizados sobre un periodo de 5 años (1999-2004) se han identificado tres tipos de pronosticadores amateurs.
Alrededor del 40 por ciento (el mayor grupo) cree que el comportamiento reciente tenderá a persistir. Otro tercio de los inversores piensa que los comportamientos recientes pueden trastocarse. Finalmente, un cuarto piensa que los retornos son aleatorios, y esencialmente impredecibles.
Cada una de esas actitudes se asocia a distintos tipos de riesgos. Los inversores que asumen que los retornos son impredecibles deberían, en el largo plazo, obtener mayores éxitos en sus inversiones que aquellos inversores pacientes. Los inversores que perciban que los valores objetivos puedan trastocarse quizás vendan demasiado rápido en un mercado alcista, y también compren antes que el valor se deprima más en un mercado bajista.
Aquellos que piensan que los valores objetivos persistirán en el tiempo están especialmente expuestos al error. Si piensa que un mercado alcista seguirá subiendo, puede que desprecie la alerta de comprar caro. Si cree que un mercado bajista podría seguir cayendo y tornarse aún en más deprimido estaría proclive a vender a precio de ganga.
Es obvio que el mundo de las finanzas y su gran sol, la especulación, están dotados de una memoria extremadamente frágil. Sus neuronas se formatean tan rápido que el desastre de anteayer es olvidado a la velocidad de la luz.
Las pequeñas decisiones tomadas precipitadamente suelen acabar mal y las grandes decisiones tomadas rápidamente suelen producir grandes errores. El éxito es talento más suerte; y el gran éxito, un poco más de talento y un cúmulo de suerte. El mundo es impredecible y la racionalidad humana llega donde llega.
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