Las personas adultas son menos proclives a engañar y mucho más predispuestas a vincularse a actividades de servicio social cuando se exponen a reminiscencias infantiles, como juguetes o lápices de colores. ¿Puede la simple presencia de juguetes provocar comportamientos éticos?

Recientes investigaciones demuestran que cuando las personas están expuestas ante juguetes, películas de dibujos animados o actividades infantiles, el porcentaje de engaño desciende un 20%. Algunos experimentos han consistido en juegos que requerían completar palabras. Aquellos participantes que habían sido expuestos a juguetes estaban más predispuestos a construir palabras morales , como “puro” y “virtuoso”, que aquellos que no habían estado expuestos. Asimismo, las personas se comportan mejor en presencia de objetos infantiles, aún en estados de infelicidad.

Las investigaciones han demostrado que no sólo la presencia de niños modifica los comportamientos, sino que también lo provoca la idea y asociación de la infancia.

Es sorprendente que la presencia de lápices de colores o de un peluche pueda modificar los complejos comportamientos de los adultos. Aunque, esta evidencia también ha sido documentada en primates machos. Algunas especies usan a sus crías para provocar comportamientos cooperativos en sus congéneres, como acicalamiento mutuo.

Las neurociencias han demostrado que el cerebro segrega oxitocina cuando los adultos están expuestos a los niños. Este neurotransmisor en el cerebro parece estar involucrado en el reconocimiento y establecimiento de relaciones sociales y podría estar involucrado en la formación de relaciones de confianza y generosidad entre personas.