Cuestión de talento

¿Cómo se adquiere un elevado nivel de conocimiento científico, empresarial, musical, artístico o deportivo? El debate sobre este tema ha sido rico y prolongado. Las investigaciones realizadas en los últimos años demuestran que parte de la respuesta descansa en la simple práctica. En una investigación, por ejemplo, se solicitó a estudiantes de violín en una academia de música que estimaran el tiempo dedicado a su práctica desde que comenzaron a tocar.

A la edad de 20 años, los estudiantes que eran considerados como los mejores acumulaban algo más de 10.000 horas de práctica, comparados con las 8.000 horas de los considerados “buenos” y algo menos de las 5.000 horas que dedicaron los no tan “capacitados”. Estos hallazgos fueron considerados interesantes ya que reconocían la meritocracia, que diferencia a los mejores del resto sólo por su esfuerzo y trabajo, más que por su coeficiente intelectual.

Sin embargo, se ha demostrado que el coeficiente intelectual es clave para explicar el éxito en numerosas actividades. Recientes estudios demuestran que aquellos que puntuaban “sólo” 99,1 en coeficiente intelectual a la edad de 12 años versus los que puntuaban 99,9 (privilegiados) tenían menos posibilidades de lograr un doctorado, registrar una patente, publicar un artículo en una revista científica o difundir una obra literaria. Un mayor nivel de coeficiente intelectual otorga una enorme ventaja en la vida.

Recientemente, se ha descubierto que la “capacidad de la memoria de trabajo”, componente esencial del coeficiente intelectual, predice el éxito en una serie muy variada de actividades complejas. En un estudio, se observaron los hábitos y prácticas de un pianista y luego se analizó su capacidad de memoria, medida por la capacidad de recordación de datos (por ejemplo un listado numérico aleatorio) mientras ejecuta otra tarea. Luego se solicita al pianista que ejecute piezas musicales, siguiendo una partitura, sin práctica previa.

Se ha documentado una elevada correlación entre hábito y práctica con lectura de la partitura y ejecución musical. De hecho, la totalidad de práctica acumulada por el pianista en su carrera musical influía en la mitad del rendimiento entre los participantes del estudio. Sin embargo, la capacidad de memoria para los números evaluados resultaba estadísticamente significativa.

En otras palabras, si se analiza a dos pianistas con la misma cantidad de horas de práctica pero con diferentes niveles de capacidad de memoria de trabajo, es muy probable que aquél con mayor capacidad de memoria ejecutará mucho mejor la partitura.

Los resultados no inhiben la relevancia de la práctica. Sería impreciso asumir que una persona con un coeficiente intelectual promedio estaría impedido de lograr un doctorado en física. En términos relativos, le resultaría más complejo.
A menudo, la argumentación que la ciencia nos brinda se aleja de la que deseamos oír.

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El Autor

Roberto Álvarez del Blanco

Es una de las principales autorida- des internacionales en marketing y estrategia de marca. Profesor del IE Business School.

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