Música en el cerebro
Todos tenemos una canción en la cabeza. El repertorio es enorme y se modifica según estados de ánimo, circunstancias o etapas de la vida . Algunos denominan a este fenómeno “gusanos cerebrales”, aunque también se las podría reconocer como “sinfonías cerebrales”. Recientemente, trabajos científicos se han enfocado para conocer en profundidad el porqué y cómo se producen, y el remedio para librarnos de ellas cuando son demasiado frecuentes o intrusivas.
Los resultados de investigaciones sobre 1.000 individuos indican que sólo unas pocas canciones son comunes. Cada uno tiene sus propios gusanos o sinfonías cerebrales, lo que les otorga un carácter de fenómeno individual. Cada cerebro se “enamora” de una canción distinta, graba en la memoria su ritmo, rima y melodía y se recrea escuchándola de forma repetitiva e inconsciente. Una teoría sostiene que las sinfonías cerebrales se producen cuando una canción ha sido escuchada de forma incompleta. Esto explica sólo una parte del fenómeno, ya que las canciones inconclusas pueden ser un factor próximo al efecto Zeigarnik.
El efecto Zeigarnik también sugiere que los estudiantes que realizan pausas mientras están estudiando, haciendo durante ese tiempo otras actividades no relacionadas (como jugar con la consola), recordarán mejor el material que los estudiantes que hayan completado sesiones de estudio sin descanso. Este concepto organizativo del cerebro define su tendencia a recordar lo incompleto. Se denomina efecto Zeigarnik en honor a la psicóloga rusa Bluma Zeigarnik que descubrió que las personas tendemos a recordar mejor las tareas incompletas, o interrumpidas, que las ya terminadas.
Es propio de la naturaleza humana querer completar las tareas o escuchar el final de la historia, y cuando no podemos se genera una tensión psicológica, una preocupación basada en la motivación por terminar. El recurso “continuará…” de las series de televisión es una aplicación de este efecto, así como del porqué la multitarea nos puede mantener más despiertos que cuando estamos centrados en una única labor.
Bluma Zeigarnik fue una eminente psicóloga rusa del siglo pasado. En cierta ocasión, cuando todavía era una recién licenciada preparando el doctorado en la década de 1920, estaba con su supervisor en un café de Viena y observaron un comportamiento muy curioso en los camareros. Cuando alguien que todavía no había pagado les pedía la cuenta, los camareros sabían con gran precisión qué habían tomado los clientes y les cobraban sin problema.
Sin embargo, si el cliente ya había pagado pero unos minutos después le solicitaba al mismo camarero que le hiciera la cuenta, éste tenía que hacer verdaderos esfuerzos para recordar algo. Los pedidos parecían evaporarse de su memoria en el mismo instante en que los daban por cerrados.
El efecto de Zeigarnik descrito, sin embargo no explica todo el fenómeno de las sinfonías cerebrales. Numerosas personas graban en su memoria canciones que han escuchado reiteradamente y de las cuáles conocen sus letras. Los estudios también demuestran que entre el 30 y el 40% de las personas las consideran molestas y perturbadoras.
Los gusanos o sinfonías cerebrales son generalmente de carácter estereotipado e invariable. Suelen tener cierta esperanza de vida, alcanza su apogeo durante varias horas o días y luego se diluyen, aparte de algún esporádico arrebato posterior. Pero incluso cuando parece que han desaparecido, suelen estar a la espera; permanece una sensibilidad acentuada, de manera que un ruido, una asociación, una referencia a ellas es probable que vuelva a dispararlas, a veces años después. Y casi siempre son fragmentarias.
Los gusanos , o sinfonías cerebrales, no son nuevos (Mark Twain describía uno en un texto de1872) pero la exposición a estímulos musicales que tenemos (o sufrimos) hoy es exponencialmente mayor que en cualquier momento del pasado, cuando sólo se podía oír música en conciertos, misas o entierros. Hoy pasamos buena parte del día escuchando algún tipo de música, bien voluntariamente (radio, MP3), bien por imposición (hilos musicales, música de ambiente, radios y MP3 ajenos). Por tanto, la incidencia de los gusanos o sinfonías cerebrales en los momentos de silencio ha de ser necesariamente más frecuente que en tiempos pretéritos.
¿Tiene el “gusano o sinfonía cerebral” algún sentido evolutivo? La respuesta es que pueden surgir por una adaptación que resultó crucial en los días de los cazadores-recolectores: reproducir los sonidos de los animales u otros sonidos importantes una y otra vez, hasta que el reconocimiento quedaba asegurado”. Se ha llegado a esta conclusión después que un grupo de científicos pasaran una semana en un bosque, sin oír más sonidos que los de la naturaleza. Entonces, relatan: “Espontáneamente empezamos a reproducir los sonidos que oíamos a nuestro alrededor, sobre todo, de pájaros. La vida salvaje se convierte en “la canción que se pega a la cabeza”.
¿Cuál es su gusano o sinfonía cerebral reciente?
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